El Intrincado Baile Entre Alergias, Sistema Inmunológico y Comportamiento

El Intrincado Baile Entre Alergias, Sistema Inmunológico y Comportamiento

El simple aroma a mariscos, inofensivo para la mayoría, puede inducir una enfermedad violenta en aquellos afectados por alergias a los mariscos, llevándolos a evitar con determinación su presencia. Un patrón similar emerge en individuos que sufren intoxicación alimentaria, donde también se abstienen de la comida que una vez les causó problemas. Mientras el papel del sistema inmunológico en la respuesta a los alérgenos y patógenos está bien documentado, un descubrimiento reciente sugiere que también orquesta estas respuestas conductuales hacia los desencadenantes alérgicos.

El Intrincado Baile Entre Alergias, Sistema Inmunológico y Comportamiento

Un estudio innovador dirigido por investigadores de Yale, revelado en la revista Nature el 12 de julio, pone en foco el papel crucial del sistema inmunológico en la formación de nuestros comportamientos. El estudio, liderado por Ruslan Medzhitov, Profesor Sterling de Inmunobiología en la Escuela de Medicina de Yale, desentraña las conexiones intrincadas entre el reconocimiento inmunológico, los comportamientos defensivos y la comunicación entre los anticuerpos y nuestros cerebros.

Medzhitov, también investigador del Instituto Médico Howard Hughes, subraya: “Hemos descubierto que el reconocimiento inmunológico controla el comportamiento, específicamente los comportamientos defensivos contra toxinas que se comunican primero a través de anticuerpos y luego a nuestros cerebros.”

El estudio muestra que sin la comunicación del sistema inmunológico, el cerebro no señala posibles peligros ambientales, lo que hace que el cuerpo sea ajeno a las amenazas e incapaz de evitar los peligros.

Para respaldar sus hallazgos, el laboratorio de Medzhitov emprendió una investigación exhaustiva utilizando ratones sensibilizados para reaccionar alérgicamente al ovo, una proteína que se encuentra en los huevos de pollo. Notablemente, estos ratones sensibilizados mostraron aversión al agua infusionada con ovo, mientras que sus contrapartes no sensibilizadas mostraron preferencia por dichas fuentes de agua. Sorprendentemente, la aversión persistió durante meses en los ratones sensibilizados.

De manera intrigante, los investigadores se adentraron en la manipulación de las variables del sistema inmunológico para medir si se podían inducir cambios conductuales en los ratones sensibilizados. Los resultados fueron convincentes. Cuando se obstruyeron los anticuerpos de Inmunoglobulina E (IgE), productos del sistema inmunológico, en los ratones alérgicos al ovo, su aversión al agua cargada de proteínas disminuyó. Los anticuerpos IgE actúan como catalizadores para liberar mastocitos, un subtipo de glóbulos blancos crucial para transmitir señales a las regiones cerebrales que gobiernan los comportamientos aversivos. La interrupción de la transmisión de información debido al bloqueo de la iniciación de IgE llevó a que los ratones perdieran su evitación del alérgeno.

Medzhitov destaca la implicación del estudio en la comprensión de cómo el sistema inmunológico evolucionó para proteger a los animales de entornos ecológicos peligrosos. Él visualiza estos hallazgos como un paso hacia la mitigación de reacciones excesivas a alérgenos y patógenos, ofreciendo en última instancia alivio a innumerables individuos que luchan contra las alergias.

A medida que la sinfonía de la investigación científica continúa, esta revelación refuerza la alianza entre las respuestas inmunológicas, el comportamiento y el entorno, esclareciendo conexiones intrincadas que prometen mejorar nuestra calidad de vida.

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